El secreto para cocinar pollo perfecto: Lo que los expertos no te habían contado
Si eres amante del pollo, no estás solo. Este ingrediente es uno de los más versátiles y queridos en la cocina. Aunque tal vez ya tengas tus propias formas de prepararlo, asegúrate de aprovechar al máximo su potencial con nuestros mejores trucos, ya sea que lo asas, lo cocines a la parrilla o prepares unas deliciosas alitas picantes.
Los huesos y la piel ayudan a mantener la carne húmeda mientras se cocina. La pechuga de pollo, en particular, se cocina mucho mejor con piel porque, al tener tan poca grasa, necesita toda la ayuda posible para retener la humedad. Si no te gusta el sabor de la piel (o quieres reducir el número de calorías), quítasela una vez cocinada. Hará la diferencia.
Puede que tengan algo más de grasa, pero los muslos de pollo están llenos de sabor. La carne oscura es más fácil de mantener húmeda durante la cocción y mucho más resistente si dejas un plato en el horno demasiado tiempo. Y lo que es mejor, como los muslos son menos populares que las pechugas de pollo, es probable que ofrezcan una mejor relación calidad-precio.
El pollo se beneficia de un condimento abundante para realzar su sabor. No sales el pollo solo una vez cocinado, sino antes, ya que esto ayudará a que la piel esté crujiente y garantizará que tenga sabor por todas partes. Esto es especialmente importante si vas a asar un pollo entero, en cuyo caso debes asegurarte de sazonar también la cavidad.
Desde las pechugas hasta los muslos, casi todos los cortes de pollo combinan bien con sabores fuertes. No puedes equivocarte con el limón y hierbas como el tomillo, el romero y la salvia. Las salsas pegajosas de miel y mostaza añaden un toque suave. Además, hay infinitas formas de aumentar el picante, tanto si prefieres el sabor ahumado de la harissa como el potente condimento jerk.
Antes de sazonar el pollo, elimina el exceso de humedad de la superficie dándole golpecitos con una toalla de papel. Esto ayudará a que se dore por fuera, dándole mejor sabor y una piel más crujiente.
Los adobos ayudan a ablandar la carne y a darle sabor. Incluso veinte minutos marcan la diferencia y un par de horas son más que suficientes, ya que los ingredientes ácidos como el limón, el suero de leche, el yogur y el vinagre empiezan a afectar a la textura de la carne.
Otro truco para conseguir una piel crujiente al freír pollo es asegurarse de que la sartén y el aceite están calientes antes de añadir la carne. La piel no quedará crujiente si se calienta lentamente mientras se calienta la sartén. Lo mejor para freír es un aceite vegetal ligero; siempre puedes añadir más sabor con un chorrito de aceite de oliva antes de servir.
Atiborrar el pollo en una sartén no hace que se cocine más rápido al freírlo. De hecho, atrapa el calor bajo la carne, creando vapor e impidiendo que el pollo se dore. Si cocinas grandes cantidades, es mejor freír el pollo por tandas para que todos los trozos se cocinen por igual.
Si cocinas pechugas de pollo enteras y quieres obtener resultados de calidad de restaurante, abandona tu sartén favorita a cambio de una sartén grill pesada. Las crestas añadirán color, transformando tu plato terminado de soso a hermoso.
Al freír o asar a la parrilla, dar la vuelta al pollo con demasiada frecuencia impide que se dore y se forme una piel crujiente, que a su vez sella el sabor y la humedad. Deja que el pollo se cocine lo suficiente antes de darle la vuelta. Una señal de que no está listo es que la espátula no se desliza fácilmente bajo la carne.
Escalfar el pollo puede ser una opción saludable, pero puede dar lugar a una carne sosa y seca. Si decides escalfarlo, asegúrate de que le añades todo el sabor posible. La mejor forma de hacerlo es utilizando un buen líquido para escalfar: el caldo de pollo con cebolla, pimienta en grano y laurel es una opción sencilla.
¿Buscas una receta de pollo sin complicaciones que puedas preparar con antelación y no tengas que vigilar mientras se cocina? La respuesta es una bandeja al horno. Carga las pechugas de pollo con los sabores italianos del queso blando taleggio, el pesto y la albahaca, y rodéalas con tomates cherry y daditos de patata para una cena sofisticada pero sencilla.
Otra forma de mantener las pechugas de pollo súper húmedas es envolver individualmente los trozos en paquetes de papel de aluminio, idealmente con una salsa ligera. Un poco de caldo de pollo, aceite de oliva y zumo de limón o vino blanco hace maravillas, o puedes prescindir de la salsa, ya que el papel de aluminio por sí solo ayuda a mantener la humedad.
Otra forma estupenda de sellar el sabor y la humedad es rellenar las pechugas de pollo con un queso suave y luego envolverlas en beicon o jamón de Parma. Perfecto para una cena elegante, tiene un aspecto impresionante pero no puede ser más fácil.
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